El libro puede que esté catalogado como terror o miedo pero no nos equivoquemos su auténtico género es la nostalgia. No me refiero a la nostalgia que tuve al reencontrarme con el libro (que también) sino a la historia. Digo nostalgia porque al autor se le da genial relatar esos momentos en los que los personajes van recordando con cuentagotas escenas de su pasado como quien coge un álbum de fotos (jeje) y revive los momentos al reencontrarse con una foto de su propio pasado.
Y es que esa nostalgia no sólo se ve de cara a los personajes si no al lector también, a medida que se lee la historia de los personajes nosotros mismos nos vemos allí recordando escenas de nuestra infancia que nada tiene que ver con Maine, y en lo particular esta relectura 16 años (de acuerdo a la fecha de la edición de mi libro) después era una gozada al ir recordando las escenas que se sucedían.
Pero más allá de la nostalgia, la magia y demás elogios me quedaría con ese principio como va contando sus historias por separado hasta que se entrelazan. Me quedaría también con esos saltos entre pasado y presente (en la obra se entiende, que son los 80 y de presente ya tienen poco) que aunque adelanta acontecimientos también da gusto leer como llegan hasta la resolución, si no me quiero equivocar es en el capítulo 19 donde mejor se disfruta de esta mezcla, de estos saltos. La guinda es el epílogo final, que deja una sensación de paz, de trabajo bien hecho, de que aunque no necesitamos ese último pasaje está tan bien hecho que tras terminarlo se vuelve casi imprescindible, como ese café después de un buen festín.
Realmente no hay ninguna parte negativa aunque sí que diría que los pasajes que menos me interesaban eran en los que había ayuntamiento carnal, en realidad son pocas las escenas (por suerte aquí no tenemos al autor de Canción de Hielo y Fuego) pero tampoco las hubiera hechado en falta de no estar.
En cuanto a los personajes todos tienen su miga pero quizás la historia de Beverly sea la más, por así decirlo, interesante de leer (en el buen sentido y como lector, no seamos muy pejigueros aquí) sin desmerecer al resto claro.
Entonces, ¿son 1500 páginas de pura nostalgia merecedoras de una lectura? Por supuesto que sí, y de dos y de tres y de las que hagan falta pero cada...que se yo, 27 años (o algo menos) para hacer algo de nostalgia jeje.
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