domingo, 22 de abril de 2018

El corazón de Tramorea

Quedan pocos días para que las tres lunas entren en conjunción y el dios loco Tubilok abra las puertas del infernal Prates, lo que provocará la aniquilación de Tramórea. Kratos y Derguín tratan de evitarlo, cabalgando por separado hacia la misteriosa Tártara, la ciudad prohibida del este que flota sobre el abismo.

Mientras tanto, Tarimán vuelve a forjar, mil años después, una espada de poder. Ariel intenta burlar las acechanzas del nigromante Ulma Tor y devolverle Zemal a Derguín, y los magos Kalagorinôr tratande ayudar a los humanos en su desesperada carrera contra el calendario y los dioses. Salvo Mikhon Tiq que, conocedor del terrible secreto de su propio origen, parece haberse convertido en aliado de Tubilok. Todas las piezas están colocadas en el tablero para una última partida. Para algunos, el premio es la supervivencia y la posesión de Tramórea. Para otros, el dominio absoluto de toda la realidad. El destino de universos enteros depende de la batalla final, que se librará bajo las rojas llamas del Prates, en el corazón de Tramórea.

Último libro de la tetralogía de Tramorea.
A diferencia del tercero con el segundo que pasan cinco años desde la publicación de uno a otro, en este caso la publicación solo tarda un año, y la trama continúa en el mismo punto donde lo dejo el tercer volumen.


En cuanto a al ritmo, hay momentos que se hace muy pesado debido a todas las explicaciones que se deben dar con respecto al pasado de Tramorea, los dioses y demás elementos que permiten cerrar las diferentes etapas que se van viendo a lo largo de la saga. Son necesarias estas explicaciones, pero esto penaliza.

En cuanto a los personajes, se puede ver como cada uno sigue un camino diferente, pero que al final terminan todos en el mismo lado como era de prever. Con Derguin vemos como aun le consume la falta de zemal, pero también le vemos a un Derguín que empieza a madurar y con una inteligencia que pocos en el libro salvo Ahri pueden llegar. Además de que su ingenuidad va desapareciendo y se convierte en lo que se tenía que convertir.

Kratos, al contrario que Derguín no evoluciona casi nada, solo se le ven esos deseos irrefrenables de conseguir una espada de poder y la envidia a su discípulo Derguin que el corroe, pero por lo demás es el mismo hombre rígido y con un carácter difícil de moldear.

Tubilok el malo, es el típico que ha llegado a lo más alto que podía llegar, pero con su afán de superarse a sí mismo y los demás, cruza la línea y no le importa nada ni nadie salvo el mismo y por lo tanto hará todo lo que quiera porque para ello es un ser superior y nadie le impedirá trascender a un estado superior al que está ahora.

Mikhon Tiq, en ningún momento sabes que va a hacer. Las experiencias vividas en el libro del espíritu del mago se cristalizan en este libro y se explica que le paso realmente en el encierro que vivió dentro del syfron. Su comportamiento no era el que esperaba, pues yo creía que al igual que Linar y Kalitres su idea era salvar Tramorea tanto de los dioses como de las Morias, pero no es así, él encarna lo que realmente es ser un Kalagorinôr (aquellos que esperan a los dioses), que simplemente es impedir que nadie acceda al onkos donde viven las Moiras y vigilar los distintas branas que son controladas por estas e informar de lo que sucede en ellas.

Togul Barok, que se presentaba como el malo en La Espada de Fuego, pero acaba siendo uno de los salvadores y sin dejar de ser quien es, un poderoso emperador sin escrúpulos, que termina trabajando codo con codo con Derguin, Kratos, Linar y compañía para salvar Tramórea.

Hay muchos más personajes que se podrían plasmar en estas lineas como Ahri y su increíble capacidad para los números, Kybes o Baoyim, Darkos, Ariel, Ulma tor y su identidad como tindalo, los distintos dioses, pero harían falta ríos y ríos de palabras para poder mostrar todas las características de estos.

Para finalizar los puntos que más me han gustado han sido la naturalidad con la que el autor muestra la relación homosexual entre Mikha y Tubilok, una relación sin complejos ni vergüenzas, simplemente muestra a dos personas demostrando sus sentimientos sin ningún tipo de tapujos, aunque también he de decir que la orientación sexual de Tubilok me sorprendió.

La otra cosa que me ha gustado mucho es la evolución que lleva al lector de un mundo de  fantasía a otro de ciencia ficción, creando un ambiente que mezcla ambos de géneros, cuyos estandartes son los dioses para la ciencia ficción y los humanos para la fantasía.

Lo negativo, al ser varios libros de fantasía en su mayoría, en este cuarto libro cuando empieza el autor explicar teorías científicas o la creación de Tramorea como si no hubiera un mañana, el lector, puede sentirse un poco abrumado porque son muchas cosas que procesar, pero es de agradecer a Javier Negrete la división entre la creación de los dioses y del planeta de Tramorea, además de las distintas características de las branas.

En resumen, creo que esta saga es una de esas que no pueden dejar de leerse, pues no va a dejar indiferente a nadie, y además puede ser una saga premonitoria a lo que, si algún día se llega, un día puede ser la humanidad.
 

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