martes, 4 de abril de 2017

La busqueda del asesino. Trilogía Vatídico III




El rey Artimañas ha muerto a manos de su hijo Regio. Al igual que Traspié… o al menos eso creen sus amigos y adversarios. Pero con la ayuda de sus aliados y de la magia de las bestias emerge de la tumba, profundamente herido en cuerpo y alma. También el reino se tambalea al borde del desastre: Regio ha saqueado y abandonado la capital, en tanto el legítimo heredero, el príncipe Veraz, continúa perdido en una disparatada búsqueda que podría depararle la muerte. Sólo su regreso, o el heredero que porta la princesa en su vientre, pueden salvar a los Seis Ducados.

Y se acabo lo que se daba.

La trama al ser un libro divido tenemos dos partes claramente diferenciadas, la primera continua justo donde se acaba el segundo volumen, es decir Traspié ha sido rescatado de la muerte pero como ha estado viviendo con Ojos de noche es más animal que humano y ahora tiene que volver a civilizarse por decirlo de alguna forma, y la segunda parte de la trama se centra en la búsqueda que Traspié se encomienda para localizar a Veraz y como lo encuentra y todo lo relacionado a la apareción y posteriores eventos de los vetulus.

El ritmo de ambas partes es bueno y rápido, pues la acción se mezcla con la explicación y hace que la lectura sea amena y en algunos momentos sea adictiva. También nos encontramos con las narraciones de terceros personajes, alejándonos un poco de la posesión que tenía nuestro protagonista a lo largo de la historia. Lo que hace ver un poco de la trama por otros ojos.

Hay una cosa que no me gusta y es el cebamiento que hacen con el pobre Traspié, pues parece que es el imán de todo lo malo que sucede, y todo recae sobre él sin darle tregua entre hecho y hecho a recuperase, es mas en algunas ocasiones le vienen dadas de dos en dos.

En cuanto a los personajes, tenemos a Traspié que va madurando lentamente debido a los cambios no tanto internos si no mas por el cambio de los personajes que le rodean y que le van enseñando diferentes cosas que lo ayudaran a solventar sus dudas y desafíos.

También veremos de nuevo a Veraz desde que dejo el libro y no apareciera en la primera parte de la trama salvo por alguna que otra incidencia con la habilidad. Pero este Veraz que se ve es un Veraz decrepito y anciano que ha sufrido muchas penalidades pero que al final cumple con su papel y con el objetivo que se marca de traer a los vetulus a los seis ducados, aunque como lo hace al principio queda un tanto difuso, y es conforme vas acabando cuando te das cuenta de que aunque el final será el esperado pero no será el final de cuento feliz que se puede dar.

Hervidera, que es la muestra pura de que la habilidad puede servir para fines buenos y malos, y aunque es un personaje secundario explica muy bien cómo tratar con la habilidad y que debe hacer Traspié para no sucumbir a la habilidad y así controlarlo en todo el camino para luego tomar el papel que le tenia el destino guardado.

Regio muestra por fin su carácter, y como bien explica Traspié al final, Regio siempre ha sido un niño malcriado, envidioso e influenciado por la envidia de su madre hacia los hijos mayores de Artimañas. Además muestra un afán desmedido de poder y envidia a Traspié lo que provoca que  corrompe a todo y a todos.




Lo que también me ha dejado un poco sorprendido es lo que sucede entre Burrich y Molly, pero por algún motivo me lo esperaba.

Y un último apunte, me encanta que el final sea tan agridulce como lo ha sido, porque muestra que no todo siempre sale como debe salir, y que no siempre salen las cosas como uno desea, si no que las cosas salen como salen debido a las acciones que se toman.

En resumen, lo mejor ha sido la trama en general. La cual posee de todo un poco y que mantiene la expectación en cada una de sus páginas. Buena descripción de escenarios, personajes y momentos en que es necesario cuando nos enfrentamos a un mundo nuevo.

Por otro lado lo peor dentro de todo es que a veces se tiende a ir por las ramas en situaciones que bajo mi punto de vista están de más. La frialdad que me hacía sentir el principal personaje, sin importarme demasiado qué es lo que pasaba con él.

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