Algo no va bien en la
Ciudad del Esplendor. Una nueva amenaza acecha en las sombras de Aguas
Profundas. El archimago Khelben Arunsun decide enviar a la astuta Arpista
Bronwyn en una misión que le permitirá reencontrarse con su padre y recuperar
un peligrosa herencia. Bronwyn desvelará un secreto de familia que amenaza con
destruirla, no sólo a ella, sino a los mismos Arpistas.
Bueno ya queda menos para terminar con la pentalogía de los
arpistas.
Este libro le tenía cierta reticencia porque se desvinculaba
o eso creía yo de todos los personajes fuertes de la pentología, pero nada más allá
de mi imaginación, pues aunque la protagonista es una humana llamada Bronwny
tenemos a nuestros dos personajes estrella como son Danilo y Khelben.
Bueno pero vayamos como siempre, la trama no tiene nada que envidiar
a la de los anteriores libros aunque no aparezca Arylin ni Danilo como
personajes principales, pero yo creo que la autora ha sabido introducir un
nuevo personaje tan entrañable como Bronwny sin que la sombra de Arilyn y Danilo
pululara por ahí, aunque si he de admitir que la historia es muy parecida a la
de Arilyn en cuanto a orígenes del personaje.
La trama es rápida y dinámica y siempre está cambiando de
punto de vista pues nos relata la historia de Bronwny, el paladín que tiene un
nombre raro, Ebenezer y Dag hasta que todo desemboca en lo que yo suponía un
final apocalíptico, pero que a decir verdad era más simple y llano que una
baldosa de piedras, cosa que no me lo esperaba. Nos muestra a tres
organizaciones que se pueden considerar el triángulo clásico del equilibrio,
pues tenemos a la organización malvada los zhentari los cuales su único propósito
es el poder de cada individuo unidos por lazos que parecen frágiles pero que
son más fuertes de lo que parece, los paladines que son los que hacen el bien,
o eso se cree pues no siempre es así, y los arpistas que son los que se
encargar de que ni unos ni otros obtengan un poder que sobre pase los límites
establecidos.
Los personajes principales tiene sus buenas cosas pero no me
dejan de pitar los oídos, sobre todo con Browny que parece que es demasiado
alegre después de todo lo que le pasa, no se creó que es algo un poco
desquiciante que sea tan positiva siempre, vale que reza a Tymorea pero joer un
poco más pesimista no le hubiera venido mal.
Algorid nada que objetar, es el típico paladín recto y moral
que solo piensa en cumplir con su deber, al igual que Ebezender, aunque es un
enano no se me gusta ese contrapunto que tiene de andar de aquí para alla y no
quedarse quieto bajo tierra.
Lo que más me ha llamado la atención es que al principio del
libro parece que cuentan algo de Khelban de joven, y parece ser que Khelban no
era el mago tan pacifista como lo es ahora, pero como siempre lo ha dejado ahí en
un halo de misterio que creo que sería bueno dejarlo así, pero coñe yo quiero conocer
a ese mago misterioso que ha vivido mucho tiempo y que poco se sabe de él.
Además que sigue con sus formas de hacer las cosas que no siempre son las
adecuadas pero si necesarias.
Y Danilo como siempre con esa pose de dandi que en los
momento importantes se pone serio y es como todo el mundo espera que sea, así
que… poco más que añadir, solo que parece ser que es un don juan el picaron
pues tuvo un rollo con Bronwny.
Eso sí Danilo y Khelben son dos magníficos secundarios pues
tampoco es que aparezcan mucho en la novela, pero cuando lo hacen dejan su
impronta.
En resumen este cuarto libro de los arpistas no deja que la
saga de un bajón como pasa con ostras que introducen nuevos personajes, sino
que la mantiene ahí, para creo yo dar el colofón final, pues poco más se podría
haber metido si este libro lo hubiera llevado Arilyn o Danilo, y además al no
tener a estos dos se puede leer el libro sin necesidad de partes anteriores
pues es un libro atípico que rompe con los tres anteriores, aunque conserva
algo de los anteriores.
Solo estoy esperando al libro final para ver como acaba todo
este asunto de los Arpistas.