jueves, 3 de marzo de 2016

El camino de dagas. La rueda del tiempo XIV




Mientras Elayne y Nynaeve tratan de hacer funcionar el Cuenco de los Vientos, Perrin se dirige a Ghealdan para que la reina Alliandre respalde públicamente al Dragon Renacido. Rand continúa en Illian, intentando pacificar el país. El tan deseado cambio climático, propiciado por el Cuenco de los Vientos, provoca bruscos cambios de temperatura que dificultan el desplazamiento de tropas.
Rand decide hacer frente a los seanchan en las costas de Ilian para frenar el avance del ejército invasor, pero además de al enemigo también tendrá que enfrentarse a la traición.

Ya vamos con el décimo cuarto libro de la saga que se dice pronto. Y queráis que no cada vez se me está antojando más intrigante.

La trama es la continuación directa a su predecesor, La corona de espadas, es decir sigue justamente donde se quedaron los hechos, Rand con la corona de espadas de Illian y proclamandose rey de Illian, el grupo de Egwene de camnio a Tar Valon para luchar contra Elaida, Elayne, Nynaeve y Mat en Ebun Dar, y Perrin en misión a Ghealdan para hablar con la reina y de paso con el profeta del Dragón renacido.

En esta nueva entrega vemos como el ritmo baja un poquito ya que se centra más en explicar los hechos de tres frentes a la vez, y eso hace que pasemos de por ejemplo estar leyendo los acontecimientos que pasan con Rand a irnos a Nynaeve y Elayne o estar con Egwene y pasar a Perrin dando mucho salto.

En cuanto a los personajes quería destacar el afán de muchos de someter a Rand a sus caprichos, y también un poco el asunto de que Rand cada vez está más agobiado por todos los frentes que tiene abiertos y por los que se empeña en abrir, provocando que la situación lo supere, cosa que a Egwene es al contrario, se ve que ya ha pasado la etapa de maduración para florecer y en todo su esplendor convirtiéndose en toda una sede Amyrlin que sea recordad en la historia y sabiendo en todo momento cuales son sus limitaciones con respecto a las demás Aes Sedai.

Otro aparte es Perrin el cual desde el pasado volumen ha aceptado su naturaleza y en este se ve como eso hace que sea un personaje mucho más confiable y sus titubeos queden en un segundo plano, salvo con su esposa Faile, que con la llegada de Elyas vuelve a cambiar.  

En cuanto a lo que echo en falta en este volumen, que es lo que pasa con Mat, pues tras poner en marcha el cuenco de los vientos los seachan llegan y las Aes Sedai salen corriendo dejándolo atrás, espero que en el próximo se centre en esa parte, además de que también se echa en falta u poco más de movimiento por el lado de los malos entre comillas pues casi no se dice nada salvo unas pocas cosas.

Espero no tardar mucho en continuar, pero es que se me está acumulando, y el final del libro me deja con muchas intrigas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario